GERARDO ASCENCIO
Director de Cultura Guadalajara
Posibilidades
Si uno espera el olor a metal y fragua, se ha equivocado rotundamente de lugar. Aquí, en este estudio, huele a cera, un poco a miel, y también revolotea una abeja por entre las lámparas, los peltres, las estufas, los pinceles, las planchas y las antorchas: la multitud de la abeja (Neruda dijo). Paola, ensimismada, se aplica y aplica capa tras capa de cera; ensaya una mancha roja y festiva; da relieve a los paisajes, a los desnudos de hojas y de ropas; desvanece los blancos y los negros en un oleaje suave de grises; aparece y desaparece rectas, dejando algunas pirámides residuales; y reitera, una y otra vez, círculos y círculos.
Si la abeja inventó la nada y la eternidad dibujando ceros y ochos acostados sobre la bóveda, aquí los círculos y los ochos son capaces de crear grutas, soles y lunas, elevaciones, volcanes nevados, muchas figuras que sólo se evocan sin ser ninguna. Porque, a confesión expresa de Paola Ávalos, aunque haya una intención inicial, el resultado siempre es un
hallazgo de abstracciones de fuego, cera, colores, paciencia y labor.
Por eso, al observar la muestra Posibilidades, es necesario aludir a todas ellas: las estilísticas, las temáticas, las cromáticas; a los materiales y a las superficies. Paola es muy explícita en eso.
Y aunque al hablar de su trabajo y de la encáustica sea inevitable mencionar el fuego que abraza pero no devora, el calor que tiende senderos y revela geografías, me quedo con su paciente labor, capaz de dar con las formas que de alguna manera venían ocultas desde las ceras, los aceites primeros, los algodones y los sueños: los materiales precisos con que Paola construye un lenguaje que aunque sólo a ella pertenece, todos podemos comprender.